Por Pablo Fontaine sscc
Acabamos de celebrar el día de San Alberto Hurtado.
Para los chilenos no es sólo el orgullo de tener un santo oficialmente reconocido. Es sobre todo recordar a un hombre que marcó fuertemente un acento en la espiritualidad del catolicismo de nuestro país.
Decir que se preocupó por la situación de los pobres y buscó cómo aliviar sus penas a través del Hogar de Cristo es poco decir. Él predicó con gran fuerza persuasiva llamando a nuestra sociedad a despertar de su letargo y comodidad para ocuparse seriamente del Cristo que está en el hermano pobre.
Y no sólo llamó a ejercer la caridad con el prójimo, no sólo a dar lo sobrante a los pobres pensando que así se gana el cielo y se realiza una obra meritoria, sino que recordó las obligaciones que impone la justicia estricta. La necesidad de que haya trabajo, de que éste sea justamente remunerado, de que todos tengan derecho a una vida digna, etc
Mirando nuestra sociedad chilena de hoy uno puede preguntarse si este Mensaje del Padre Hurtado ha sido oído suficientemente. Está claro que no. La diferencia entre ricos y pobres es escandalosa, y son muchas las lágrimas que se derraman en aquellos hogares que viven una verdadera pasión para obtener el mínimo para vivir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario