Hace bastante tiempo que el mundo observa atónito y adolorido la muerte masiva de niños en Somalia.
¿Quién puede entender este horror? Es difícil pensar que no haya culpables humanos en esta “matanza de inocentes” realizada por los Herodes de hoy.
Tal vez el sistema de economía mundial. Tal vez todos somos culpables porque seguimos consumiendo bienes de la tierra que sabemos están mal repartidos. A la menor sequía, a la menor catástrofe natural, los que tienen poco se hacen pobres, los pobres miserables, y los miserables mueren masivamente.
Dios entregó al hombre la tierra para que la cultivara, no para que la explotara. Y a Caín le preguntó dónde estaba su hermano. A nosotros nos hace una pregunta similar.
Y no sólo hemos descuidado a los lejanos con una vida indiferente ante la escasez económica. También hemos dejado que nuestro hermano que vive en la misma ciudad y respira nuestro mismo aire, se quede mirando cómo otros comen y se divierten de una forma que él nunca logrará.
¿Cuándo reaccionaremos? ¿cuándo haremos una verdadera cruzada de todos, contra la pobreza y el dolor ajeno?
La parte más próspera de nuestro país sigue acumulando la mayor cantidad de bienes que se producen cada año. Esta espiral de ganancias se va convirtiendo en una espiral de muerte y violencia.
Ojalá nos pongamos de parte del Dios de la vida y del amor.
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