En Octubre de 1917 tuvo lugar el momento más importante de la revolución rusa que determinó que en dicha nación entrara un régimen comunista hasta fines del mismo siglo XX.
Dicho movimiento fue la respuesta a un anhelo de igualdad y justicia en las masas de aquel gran país. Éste se encontraba sometido a un régimen muy autoritario, dirigido por los zares y la nobleza que los acompañaba.
Lamentablemente lo que pudo ser una realización grandiosa de un gobierno de trabajadores y el crecimiento del poder de los más pobres, se convirtió en otro régimen dictatorial que hizo sufrir mucho a ese pueblo y a los de otros países que fueron sometidos al mismo régimen.
Desde entonces el sueño de un socialismo igualitario con rostro humano se ha mantenido en el mundo sin que haya encontrado una realización adecuada. No es fácil lograr la igualdad, la justicia, una buena participación ciudadana en un sistema de verdadera libertad.
Los movimientos populares de todo el mundo siguen buscando caminos para llegar a dicho fin. Puede ser que entre tanto ensayo y error, la Humanidad llegue a un etapa de mayor justicia y felicidad para todos.
Los cristianos pueden y deben sumarse a esa búsqueda, pero habrán de mantener siempre la defensa de la libertad, el respeto a las personas y el abstenerse de la violencia que siempre termina por llegar a dictaduras más opresoras que la forma de vida que se tenía antes.
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